Al interior del bosque, en medio de árboles de más de 250 años, con pasadizos, muchas puertas, varias terrazas, cultivos de orquídeas, elementos antiguos, velas y zonas de descanso al final de un camino en ascenso entre la arboleda, vive este empresario al lado de Danielle, su esposa.
Es necesario seguir el camino a la Calera y en una puerta grande de madera esperar un vehículo capaz de subir un kilómetro entre el bosque de los cerros de Bogotá. Una curva tras otra, espesos árboles a los lados y la imposibilidad de ver la vivienda hacen el camino más largo de lo que es en realidad.
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Es más, solamente al llegar al parqueadero logra verse la gran vivienda que se mezcla caprichosamente con los árboles; esa es la primera atracción, pero una vez se divisa la fachada francesa de la vivienda, los balcones y los caminos en piedra, el panorama se hace más interesante.
Aunque hay que decirlo, el extenso terreno propiedad de la familia Bessudo no tiene solamente una vivienda. La de Jean Claude es la más grande entre cuatro. Con varios metros de distancia entre una y otra, están las viviendas de Samy, Sandra y Anne, hijos del empresario. Algunos de los encantos de estas casas son los cultivos de orquídeas.
Detalles en el interior
Después de subir los primeros escalones hay una amplia terraza con orquídeas, flores, árboles, una mesa en vidrio y metal, cantidad de materas de barro y una espectacular vista sobre la ciudad. Dos pasos al frente y se abre una puerta a la sala de la vivienda.
A algunos metros se encuentra un estante de madera con aplicaciones en vidrio en cuyo interior reposan artículos muy valiosos para el empresario. Se cuentan entre estos: un pez globo disecado, el esqueleto de una tortuga, caracoles, sellos y piedras chinas y el cráneo de un delfín. Una larga lista que recuerda los innumerables viajes alrededor del mundo.
No existe una sala tradicionalmente constituida. En lugar de una mesa de centro hay tres, dos mesones auxiliares -uno en vidrio y otro en madera antigua-, dos sofás en cuero negro, un asiento que estaba en la embajada de Colombia en Nueva Granada (París) y seis sillas estilo Luis XV con sus formas curvilíneas y en tonos claros. Un detalle rococó.
A pesar de que el vidrio y el metal son protagonistas en la decoración, la madera es prioritaria. "Me gusta la inmensa dosis de calidez que ofrece y cuanto embellece los espacios", afirma el empresario.
Aunque claro, de la calidez no solamente se encarga la madera, sino también las chimeneas distribuidas a lo largo y ancho de la vivienda y el circuito de calefacción. Por ejemplo, antes de seguir al recorrido hay una puerta que da al estudio principal. Allí, es inevitable enamorarse de la simplicidad y el acierto en cada detalle.
"Este lugar me agrada de sobremanera. La música clásica y el arte son inspiradores. Aquí, disfruto de buenos libros, puedo descansar y acompañarme por unos minutos de la chimenea", cuenta el empresario.
De eso no hay duda. Los sofás en cuero negro, la chimenea, la biblioteca en madera -nutrida de literatura y arte-, siete pinturas autoría de Danielle y un óleo de Patricia Tavera, se cuentan entre las bondades de este lugar.
Después de un hall viene una puerta en madera clara que se abre a un pasadizo en vidrio con la naturaleza literalmente encima. Los árboles no fueron puestos con esa intención, Más bien ese espacio se construyó de manera que los troncos, rocas y ramas parecieran sostenerlo.
Después de cruzarlo -pasados varios segundos porque es inevitable observar con detenimiento- hay un espacio que tiene la entrada al comedor, la cocina y un pasadizo, tres opciones para escoger. Tal lugar es embellecido con una pintura de Yamit Amat y David Manzur.
Según el recorrido hecho esa mañana, el siguiente paso es hacia el comedor. Tal sitio lo componen una mesa ovalada -hueca en el centro- en metal oxidado, sillas de madera estilo Luis XV, una chimenea de mármol, ventanas grandes alrededor para tener más contacto con el espeso bosque y un gran número de lámparas de bronce con velas blancas que a simple vista son las encargadas de la iluminación. Las luces verdaderas están empotradas en el techo.
Los pasadizos
De regreso hay una entrada casi oculta. Por entre algunas paredes en mármol y siguiendo una forma de caracol en descenso se encuentra la habitación principal. Fue necesario bajar varios metros para encontrarse con este lugar claro, de pocos detalles y muy acogedor.
Se trata de un espacio de casi 100 metros cuadrados con una cama 'gigante', un estudio cuyo accesorio principal es una foto familiar, y un baño -del tamaño de un cuarto-. Por supuesto, frente a la cama hay una puerta que hace las veces de pared con vista a la ciudad y con salida a una terraza.
En esta, llaman la atención un par de fuentes de agua adheridas a las paredes, varios muebles en madera y una escultura en mármol traída de San Telmo, Buenos Aires (Argentina).
Cerca de la salida del pasadizo hay otra puerta que lleva a un estudio oculto. Allí, decenas de libros, cuadros y una silla heredada por la mamá de Bessudo se encargan de hacer mágico el lugar.
Después de esta visita inicia el asenso por el pasadizo. Una vez arriba, es necesario seguir el camino de unas escaleras que conducen a la terraza del desayuno.
Allí, se evidencia el contacto con los árboles, las innumerables plantas en materas de barro, dos comedores de madera con sillas en hierro y un salón de joyería en donde Danielle da rienda suelta a su destreza con los metales preciosos.
Justo encima de este taller hay una terraza auxiliar para disfrutar del paisaje o simplemente enredarse con las frondosas ramas de los árboles que se inclinan.
Un recorrido por este lugar toma más tiempo del imaginado. Pasaron varias horas mientras se seguían los caminos en piedra hacia las otras casas de la familia Bessudo. Sin embargo, fue suficiente el tiempo para conocer los detalles que hacen encantador este lugar, construido por el empresario hace 19 años y en el que ha puesto toda su alma.
A través de su hogar, este francés que lleva más de treinta años en Colombia, demuestra por qué mantiene íntegra la imagen de un hombre visionario, familiar y con un alto sentido de pertenencia.
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Carolina Soto Ramírez /Producción periodística - Jorge González / Fotográfo
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